“La base de toda educación es cuestión de corazón”. San Juan Bosco

La Educación Occidental ha estado centrada en el desarrollo del intelecto, esta necesidad ha estado sustentada por la urgencia de preparar a las personas para un desempeño eficiente en diversas actividades que exigían el desarrollo de habilidades cognitivas que le permitan a las personas un buen desempeño, tanto a nivel académico, laboral y empresarial. El currículum educativo se ha visto, desde entonces, en la necesidad de priorizar, validar y premiar esas habilidades netamente intelectuales, de aquí, que desde el siglo XVIII se haya difundido un currículum Racionalista en las escuelas desde los primeros años de formación. Con el tiempo, surgieron otras propuestas educativas que consideraban otros aspectos en la formación de la persona, algunas de ellas fomentando la creatividad, la invención, el deporte, pero manteniendo siempre el predominio de las habilidades intelectuales, ya que se ha considerado que estas aseguran el éxito de los jóvenes en su camino a ser personas independientes en el futuro.

El currículum Racionalista corresponde a una concepción antropológica, inspirada en la famosa frase de René Descartes:

“Pienso, luego existo”. Sin embargo, si bien es cierto que la eficacia y éxito de este currículum rindió sus frutos en su momento, definitivamente hoy en día está caduco. Frente a las nuevas problemáticas que afrontan las personas y las sociedades, se ha tenido que ir reformando y cambiando la concepción antropológica y en consecuencia la correspondiente Educación de las nuevas generaciones.

En la actualidad, después de dos guerras mundiales, de conflictos casi permanentes en diferentes lugares del mundo, la xenofobia, el sexismo, la prostitución, la drogadicción y el suicidio, las personas requieren de una educación y formación que les permita afrontar las diversas situaciones que tienen que afrontar. Se necesita más que nunca personas autónomas, no solo independientes.

La Logoterapia es la Tercera Escuela terapéutica en el mundo, fundada por el Dr. Viktor Frankl, surgió durante el período de entreguerras, ante los casos de suicidio que observó el Dr. Frankl, sus estudios se vieron obstaculizados por el inicio de la segunda guerra mundial y al ser enviado junto con su familia a los campos de concentración. Al término de la segunda guerra, el Dr. Frankl pudo completar su nueva propuesta: la Logoterapia y el Análisis Existencial. Si bien la Logoterapia se crea para ayudar a las personas a encontrar el sentido de sus vidas, parte de una concepción antropológica completa que significa un cambio total en su concepción y en la perspectiva de la vida humana. En consecuencia, su antropología, trascendente y humanista tiene implicancias en el ámbito educativo, concretamente en la formación de las nuevas generaciones.

El Dr. Viktor Frankl mostró un interés y preocupación por los jóvenes y sus problemas, desde que era un estudiante universitario ayudaba a los marginados y sin orientación, abrió en Viena centros de consulta psicopedagógicos para ayudar a aquellos que sufrían por el abandono y desolación provocados por la guerra.

¿Cómo aplicar la antropología frankleana al ámbito educativo?

Para Viktor Frankl la persona tiene tres dimensiones: Biológica, psicológica y espiritual. Estas dimensiones no presentan una supremacía de una sobre otra, están íntimamente integradas, y aunque la dimensión espiritual en la medular en la persona, cada una de ellas es de vital importancia para que la persona pueda desplegar en esta realidad y pueda lograr en su tránsito por la vida, la mejor versión de sí mismo.

Si este planteamiento lo llevamos al campo educativo, definitivamente encontraremos que requerimos de un cambio de visión sobre lo que debemos formar en los jóvenes.

Para empezar, se hace cada vez más urgente prestarle más atención a cada una de las dimensiones, dentro de los procesos formativos de la escuela. Por ejemplo, es necesario que se mantenga el desarrollo de habilidades de expresión corporal en la secundaria, no sólo el deporte, sino desarrollar habilidades que les permitan expresarse de diversas maneras mediante el cuerpo, de aquí que las artes escénicas, el teatro, el psicodrama, pueden brindar esa oportunidad.

En cuanto a la dimensión psicológica, preparar a los jóvenes para reconocer sus emociones, sentimientos, frustraciones, saber cómo afrontarlas y resolver conflictos, les puede asegurar un desarrollo armónico en el futuro. Desarrollar las habilidades del Autoconocimiento, autodistanciamiento les prepara para afrontar dificultades en el futuro.

Reconocer la dimensión espiritual, como la medular en la persona humana, que se caracteriza por ser consciente, libre y responsable. Mediante actividades hipotéticas en las que tienen que dilucidar conflictos de valores, les permite reconocer cuáles son los principios que guían sus acciones, en un momento de sus vidas. Reconocerse como personas en pleno proceso de evolución, en “tránsito” hacia la mejor versión de sí mismos, les quita definitivamente la “etiqueta” de “yo soy así”. Definitivamente, reconocerse como personas trascendentes, llamadas a dejar huella en este mundo.

Dentro de esta visión, no se puede dejar de lado un aspecto importantísimo, que es la formación de la voluntad de sentido. El hombre es buscador de sentido, en su camino por la vida va eligiendo aquellos principios por los cuales vale la pena vivir y morir.

¿Qué tienen que ver las artes en el proceso formativo de la persona?

            Muchas veces hemos creído que el arte es sólo para aquellos que han estudiado en una Escuela de Bellas Artes, visto casi siempre como una actividad sin mayor rendimiento económico, para bohemios o personas con mucho dinero, que tenían la vida asegurada, su enseñanza se ha limitado a la apreciación artística y algunas técnicas sencillas.

Pero la expresión artística es una actividad netamente humana, que no se limita a un sector privilegiado por el talento o la habilidad innata. Todo lo contrario, todas las artes, son una herramienta de expresión del mundo interior de la persona, que se manifiesta al mundo exterior. Recordemos que el ser humano es un ser encerrado en sí mismo, con posibilidades de manifestación en la realidad, sea mediante su cuerpo, el lenguaje, y el arte. De manera que, permitirles a los jóvenes expresarse mediante la música, las artes escénicas, las artes plásticas, la creación literaria es brindarles la gran oportunidad de mostrarse al mundo, de manifestar y exteriorizar su mundo interior, lo cual no solo puede ser gratificante, sino sanador. Actualmente no se ha logrado aún explotar las posibilidades de las artes en el proceso formativo de las personas.

La persona que se decide a “crear” una obra, manifiesta en ella su ser integral, sus emociones, sentimientos e ideas pueden ser expresados poderosamente y lo conectan con los espectadores, quienes se verán enriquecidos, y no sólo se quedarán como espectadores de la obra del creador, sino que se convertirán en interlocutores. El “creador” tendrá la oportunidad de verse reflejado en su obra, compartir su representación con los demás le permite una retroalimentación emocional que conlleva la afirmación de su propio ser. Permite el reconocimiento de sí mismo y fortalece la autoestima y el sentimiento de pertenencia con sus pares.

Las artes escénicas cómo recurso dentro de un proceso formativo, brinda la gran oportunidad de crear situaciones hipotéticas dentro de un contexto seguro para los jóvenes, de esta manera se les puede entrenar para las situaciones reales a las que se puedan ver expuestos en un futuro. El saber cómo responder a situaciones difíciles les proporciona una gran ventaja, que les permitirá manejarse con seguridad. Ensayar diversos roles en una sesión de clown, de teatro o psicodrama, les permite desarrollar la habilidad del autoconocimiento, así como ensayar diversas posturas y reconocer cuáles son las que les conviene o prefieren según las circunstancias.

De otro lado, las artes escénicas también brindan técnicas para la introspección, enseñan a saber entrar en sí mismos y encontrar el lugar seguro, saber estar consigo mismos, aceptarse, reconocerse y valorarse.

Brindar esta oportunidad a los jóvenes dentro de su proceso formativo les puede cambiar la vida radicalmente, desde la concepción que tienen de ellos mismos, hasta la perspectiva de su vida futura. Asumir la noble tarea de educar y formar a la persona humana implica también asumir una obra de amor al prójimo por parte del docente-formador, el compromiso responsable de brindar los recursos y desarrollar habilidades que les asegure una vida armónica en el futuro. Que puedan ver la vida con alegría, con sentido, sabiendo que para lograrlo tienen que poner en juego todo su ser integral y además su voluntad, que es la herramienta fundamental para lograr sus objetivos. Que sean capaces de cuidar su cuerpo, porque es la herramienta fundamental para manifestarse en esta realidad tridimensional, pero que al mismo tiempo se preocupen por su salud mental, que tengan recursos para superar las dificultades de orden afectivo y finalmente que se planteen qué huella quieren dejar en este mundo, porque finalmente, todos los que estamos aquí estamos llamados a dejarla, para beneficio de la humanidad.

“Educar la mente sin educar el corazón, no es educar en absoluto” Aristóteles.

“Educar en el buen gusto por los valores” Viktor Frankl.