Nuestro querido padre Lalo nos regala unas bellas reflexiones en esta Semana Santa en tiempos de cuarentena.
Hoy nos trae con mucho cariño el Viernes Santo.
Hay una canción de Alejandro Sanz, Corazón partido, que dice “Dios entiende de amor”. Sí, es verdad, Dios entiende de amor y todos los que creen en Dios entienden de amor.
Por eso, hay mucha gente que al no tener a Dios en el corazón cuando le hablas de amor es como hablarle en chino, mandarín o ruso; o sea, no entienden nada.
Hay gente que ha tenido sexo mil veces como dijo Arjona, pero nunca hizo el amor, le hablas de amor y es hablarle… Porque el amor verdadero, es entregar la vida por alguien y Jesús la entregó por todos; por eso, el amor es el único sentimiento que traspasa la muerte. “Todo acabará -dice el libro de Corintios- menos el amor”, porque el amor verdadero nunca pasa, nunca muere, se llama Jesús el amor verdadero. El Viernes Santo es de pocas palabras, solo hay que contemplar el gran misterio del amor de Dios.
Aunque nosotros seamos pecadores, aunque nosotros le fallamos, aunque nosotros no lo amamos, él nos amó y nos amó hasta el extremo, es decir, nos amó hasta dar su vida. Yo pienso en este momento cuánta gente da su vida para que otros tengan vida, cuántas mamás dan su vida por sus hijos, cuántos papás dan su vida por sus hijos, cuántos sacerdotes han dejado familia, casa, patria, lengua, cultura, para dar la vida por los demás, cuantos médicos, enfermeros que dan la vida cuidando a los enfermos, cuantos policías, militares que entregan su vida para que nuestro Perú sea más grande, y esto es muy importante saberlo, el amor existe y existe hoy también. Y ese amor que viene de Jesús de Nazaret, ese amor se hace presente en todos aquellos que se esfuerzan por entregar su vida como la entregó Jesús.
Y el amor de Jesús es gratis, no es como el amor humano que es recíproco; tú me amas yo te amo, tú no me amas yo no te amo, así es el amor humano. ¿Cómo es el amor de Dios? El amor de Dios es gratis: él me ama cuando yo lo amo, él me ama cuando yo no lo amo, él me ama cuando yo estoy cerca, él me ama cuando yo estoy lejos, él me ama cuando yo me acerco, él me ama cuando yo me vuelvo a alejar, él me ama cuando yo vuelvo a acercarme, él me ama siempre, sin condiciones. Hay muchísima gente que dice que ama a otra persona y le pone cuarenta condiciones.
Sí, yo te amo pero tienes que cambiar esto, esto, esto, esto… y esto. Eso no es amor cristiano, el amor cristiano es ver a Jesús colgado en la cruz el viernes santo y que murió por aquellos que no merecíamos que él muriera por nosotros. La palabra de Dios dice “quizás uno puede morir por alguien que lo merezca, pero Jesús murió por nosotros cuando aún éramos pecadores”; por eso una de las frases más brillantes que ha dicho el Papa Francisco en nuestros últimos tiempos es: “La Iglesia es una comunidad de pecadores”. Para mí, es una de las mejores definiciones de Iglesia de todos los tiempos. La Iglesia es una comunidad de pecadores, una comunidad de hombres y mujeres amados y redimidos por el amor de Dios. No tenemos mérito alguno. Quien se cree en la Iglesia católica que tiene algún mérito, está fuera de sitio, quien se cree que merece el amor, NO. El amor de Dios es gratis, aunque no lo mereciéramos, él nos lo da.
Por eso, cuando veamos a Cristo colgado en la cruz mantengamos respeto. Yo, todas las ceremonias de Viernes Santo, termino llorando, porque quizás sea uno de los pocos días en que comprendo el gran amor con el que Dios me ama y, a pesar de mis dificultades, mis caídas, mis pecados, mis infidelidades, el Señor me sigue amando y no solamente eso, el Señor cuenta conmigo.
Cuando yo me doy cuenta que el Señor sigue contando conmigo me estremezco, me conmuevo, lloro, porque digo “a pesar de mi pecado él sigue contando conmigo”, porque no se murió en la cruz de broma, no se hizo el muertito, no. Se murió de verdad, simplemente porque me amaba; allí no hay mucha teología, el amor de Dios es realmente grande, esto es Viernes Santo.
Padre Ricardo Gonzales (Lalo)
Un comentario
Mucha razón y sabiduría en la reflexión. Es la gracia y el amor de Dios.