Estas páginas cuentan una historia de vida. La de un hombre que buscó ante todo la manera de vivir su vida con sentido. Y lo encontró en la entrega generosa y en la confianza para realizar, con paciencia y constancia, sus sueños.

La de un misionero que, con un corazón libre y disponible, no tuvo miedo de dejar su tierra, su gente, sus raíces… para trasplantarse en este suelo peruano con cariño y abnegación.

La de alguien que, como buen hijo de Don Bosco, dio lo mejor de su tiempo y energías para promover la devoción a nuestra querida madre María Auxiliadora, entre otras cosas, a través de un hermoso templo que hoy muchos podemos disfrutar.

La de un aprendiz que convirtió las crisis en oportunidades, los problemas en lecciones, los fracasos en maestros de vida.

Pero, sobre todo, es la historia de un hombre “bueno como el pan”, que nos estimula a hacer crecer en nosotros lo mejor que Dios ha sembrado ya en nuestros corazones.

Y, a la vez, es la historia de los orígenes del sueño de Don Bosco en el Perú, que comenzó a andar hace 130 años cuando el protagonista de estas páginas pisaba por primera vez estas tierras, el 28 de setiembre de 1891, para no abandonarlas nunca más.

Un signo patente de esa presencia es la Basílica de María Auxiliadora, que le debe muchísimo al compromiso, esfuerzo y empeño que puso el protagonista de estas páginas: el salesiano P. Carlos Pane.

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